Vegano por convicción, el diseñador israelí transporta su filosofía a sus proyectos. Sus trabajos reflejan el respeto por la vida de todos los seres vivos y la naturaleza.
No usa ni productos que contengan moléculas de animales, ni tejidos, lanas o cueros. Tampoco plásticos o resinas: el diseñador israelí Erez Nevi Pana es famoso por desarrollar proyectos diferentes con conciencia ambiental. Cada uno, suele decir, "es una expresión que fomenta la reflexión y el replanteamiento de los materiales que utilizamos como diseñadores, compramos como consumidores y descuidamos como sociedad". Sus obras no ocultan su mirada sobre el mundo.
Uno de los más conocidos, que le valió el reconocimiento internacional, es Bleached, actualmente expuesto en el Museo Cooper Hewitt, en Nueva York.
Es el resultado de años de investigación. Para Bleache, sumerge en el fondo del Mar Muerto estructuras de madera (envueltas en esponjas vegetal) que por la cristalización aleatoria de la sal sobre las superficies genera manchas blancas puras que dan una nueva forma y grosor a los objetos originales. La transformación es impredecible y retrata el modo en el que la naturaleza actúa sobre las cosas.
Soilid es una mezcla de de tierra, hongos y otros materiales naturales. Los ingredientes se mezclan y luego se dejan crecer durante toda la noche a temperatura ambiente. La combinación del suelo con hongos y azúcares crea una reacción química que permite que la "tierra" crezca y la "masa" duplique su tamaño.
El material puede moldearse en un molde de yeso o madera para crear cualquier objeto. Después de hornearse, la estructura se vuelve sólida y fuerta. Tan poderosa que puede ser lijada o perforada.
En Wasted da cuenta de la problemática de la basura y de la cantidad de desechos que consumimos diariamente: "Transformar los desechos en formas de belleza y utilidad". Durante un tiempo, el diseñador guardó en estas canastas (que ahora forman una serie) todo lo que descartaba. El mole se fue armando con esa misma basura que generó. El volumen de cada cesto sirve para representar el consumo excesivo o la reducción. Las canastas artesanales tradicionales cambiaron su forma y la superficie de bambú se selló con un material fabricado con anacardos. El resultado es un reflejo de los restos que uno deja atrás.