El compostaje es una técnica basada en los procesos naturales que usamos para fabricar abono de buena calidad a partir de los residuos orgánicos que generamos.
La materia orgánica que proviene de plantas y animales se deposita en el suelo, se descompone por acción de micro y macroorganismos y aporta sus nutrientes a la tierra, de la que se alimentan de nuevo las plantas para crecer.
Es un círculo virtuoso y natural que resulta beneficioso para todas las partes involucradas.
Compostando reducimos la generación de residuos de nuestras casas hasta en un 40%. Con esto, ayudamos a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y a prevenir la contaminación de suelos, cuerpos de agua e incluso del aire.
Además, reciclamos los nutrientes del suelo evitando su erosión y degradación. Y, no menos importante, es una actividad que nos permite conectarnos con la naturaleza.
No requiere de demasiado tiempo, tiene muchísimos beneficios y, a diferencia de lo que muchos piensan, ¡es súper fácil!
Sin embargo, es común que nos encontremos con distintas trabas o miedos a la hora de tomar la decisión de empezar a compostar. Pero siguiendo algunos consejos básicos podemos evitar malos olores, controlar las poblaciones de insectos no deseados y ahorrar un montón de tiempo en el camino a la incorporación del hábito compostador.
1.¿Dónde compostar?
Podemos hacerlo directamente sobre la tierra, si tenemos un jardín, u optar por un contenedor, en donde vamos a tener que esforzarnos un poco más para copiar a la naturaleza, pero en espacios reducidos es una muy buena opción.
Existen un montón de emprendimientos que las venden, pero uno también puede animarse a armar su propia compostera. Lo importante es tener en cuenta con qué espacio contamos, cuántas personas viven en mi casa (para 1 o 2 personas, una de 40 litros o más está bien, y para 3 o 4, una de 60 litros o más va a resultar mejor), y que el diseño no sea hermético.
Aunque necesitemos que la compostera tenga tapa porque tenemos niños o mascotas o porque va a estar muy expuesta a la lluvia, es importante que no esté cerrada herméticamente para permitir que entre oxígeno a la mezcla.
2.¿Dónde ubico mi compostera?
En términos generales vamos a buscar un lugar, ya sea dentro o fuera de nuestras casas, que esté a la sombra la mayor parte del día, resguardado del rayo directo del sol; en lo posible que sea un lugar techado, al resguardo de las lluvias; e idealmente que esté a salvo de vientos muy fuertes, para evitar pérdidas de humedad y enfriamiento.
En zonas muy frías conviene exponerla más al Sol, y en climas muy calurosos es mejor que esté bien a la sombra.
3,¿Qué materiales se pueden incorporar en una compostera?
Vamos a agregar al compost material húmedo o “verde” y material seco o “marrón”, más o menos en partes iguales, intentando mantener un balance óptimo de humedad. Los húmedos pueden ser restos de frutas y verduras, saquitos de té, restos de café, yerba o restos de poda.
Entre los secos podemos mencionar a las hojas secas, el papel y cartón, cáscaras de huevo, fósforos y la viruta de madera, por ejemplo. Lo que nunca debemos incorporar son carnes, lácteos, panificados, restos de grasas o aceites y otros materiales como plásticos, metales y vidrios.
4.¿En qué condiciones tienen que estar los materiales para poder incorporarlos al compost?
Todo tiene que estar lo más trozado posible. Cuando los materiales son más pequeños, la superficie expuesta es mayor, entonces se degrada más rápido. El tamaño ideal es de hasta 3 cm.
Respecto a los residuos húmedos, no importa si están “podridos” o vemos que tienen un poco de hongos. Incluso suele ser mejor, ya que aportan bacterias y hongos que van a ayudar en el proceso de degradación.
5.La compostera es “como una lasagna”
Cada vez que agreguemos material húmedo, vamos a agregar una porción similar de material seco, revolver y por encima vamos a poner una capa de secos para evitar la aparición de mosquitas y otros insectos indeseados que aparecen cuando el compost queda muy expuesto.
6.El tachito de transición
Resulta práctico tener a mano en la cocina un tacho pequeño para poner los
residuos orgánicos que se van generando. El compostaje es un proceso que avanza en “fase oscura”.
Cada vez que abrimos la compostera, entra luz, perjudica a los microorganismos que están trabajando y se corta el proceso. Si nos tomamos el trabajo de juntar previamente estos materiales y los incorporamos todos juntos, le permitimos estos días de proceso continuo.
Si estamos compostando en contenedor, es recomendable también ir haciéndose un stock de material seco para cuando lo necesitemos.
7.Aprovechar el lixiviado
Se trata de los líquidos que salen como resultado de la degradación de la materia orgánica. Lo ideal es que tu compostera tenga un cajón o algún tipo de contenedor que retenga a los lixiviados.
Para usarlo como fertilizante para las plantas, hay que diluir 1 parte de lixiviado en 10 partes de agua (preferentemente sin cloro).
8.Agregar lombrices para acelerar el proceso
Aunque no son necesarias, la lombriz roja o lombriz roja californiana es ideal para el compost.
Puede consumir el equivalente a su peso por día y elimina la mitad en forma de humus. Además, se lleva muy bien con otros microorganismos y alrededor de ellas se multiplican acelerando varias veces los tiempos de descomposición..
9.Bichos y bichitos, las estellas de la compostera
Sin ellos, no hay compost. Es importante recordar que la compostera es y debe ser un ecosistema. Si el material que incorporamos es variado, y controlamos la humedad y aireación de nuestro compost, no deberíamos tener problemas de insectos ni olores.
10.¿Cómo saber cuándo mi compost está listo?
Decimos que el compost está listo cuando el material descompuesto pasa a ser un granulado fino y de color chocolate o café. Es bien uniforme, no podemos distinguir los restos que fuimos metiendo en la compostera. Tiene olor a tierra húmeda y fresca. Y si lo tocamos o acercamos la mano, tiene una temperatura más bien fría, porque no hay un proceso de degradación generando calor.
Siguiendo estas recomendaciones y dedicándole un ratito unas dos veces por semana para agregar el material adecuado, remover y controlar los parámetros más importantes, al cabo de 3 meses podés obtener abono de alta calidad para tus plantas, las de tus amigos y familia o tu comunidad.
Fuente: Maite Durietz, Licenciada en gerenciamiento ambiental, especialista en sustentabilidad y consultora B (@unaovejaverde).
Más información: purodiseno.lat