Conocer el legado de quienes habitaron el territorio nacional antes de la llegada de los conquistadores incluye un recorrido por la provincia de Córdoba, porque, a poco más de cien kilómetros de su ciudad Capital, aún permanecen intactas algunas marcas inconfundibles de aquel tiempo, más allá de que puedan pasar desapercibidas ante las maravillas naturales que las rodean.
De hecho, las Cuevas de Ongamira –consideradas la Quinta Maravilla Natural de Córdoba– nacieron por la fuerza del viento y el desgaste de la lluvia, pero sus paredones ofrecieron refugio a los primeros pobladores de la zona. Se trata de tres grutas, a unos 1.500 metros sobre el nivel del mar en 60 hectáreas, donde se descubren aleros pictográficos y, en la última, también ocho morteros.
Esta joya arqueológica, cuyos senderos entre helechos, eucaliptus y zarzamoras son de baja dificultad, está protegida por los cerros Pajarillo, Áspero y, especialmente, Charalqueta o Colchiquí.
Testigo silencioso de aquel tiempo, este macizo de piedra arenisca y dos nombres es uno de los sitios naturales con mayor significado histórico: en él se desató una ardua batalla entre comechingones y españoles por la conquista del terreno. Antes de este episodio, llevaba la primera denominación, en representación del dios de la alegría; luego se lo conoció con su nombre actual, en referencia al dios de la fatalidad y la tristeza.
Elevándose majestuoso a unos 1.575 metros de altura, el cerro Colchiquí también regala unas vistas panorámicas increíbles, permitiendo incluso el avistaje de cóndores y otras aves de gran tamaño en pleno vuelo, mientras los paisajes montañosos se mezclan con los aromas de las hierbas serranas. Llegar hasta la cima exige cuatro horas de caminata durante siete kilómetros, incluyendo ascenso y descenso, con una dificultad media/baja.
La provincia de Córdoba es, sin dudas, la conjugación de una naturaleza única con un sinfín de hechos que conforman la historia, incluso mucho antes del nacimiento de nuestra nación.