Somos fotÓgrafos 24/7 y captamos imágenes todo el tiempo, de cosas, lugares y personas. Y tan importante como lo que fotografiamos es cómo lo hacemos. Esa forma es lo que define nuestra experiencia de la fotografía.
Recientemente, comenzó a relacionarse esta modalidad en la experiencia fotográfica con la práctica del mindfulness.
Y el punto de partida es la certeza de que cuando somos conscientes y focalizamos toda nuestra atención en aquello que captamos a través de la cámara repercute positivamente en cómo nos sentimos cuando los hacemos.
Es una nueva manera de analizar la fotografía, y descubrir “su parte zen” en la que importa no solo tomar una linda imagen sino vivir la experiencia con plenitud, planificándola, atendiendo cada detalle y disfrutando del proceso que es mucho más que sacar la cámara, tomar la foto y listo.
Las fotografías que hacemos hablan de nosotros, nos definen y a través de ella mostramos también -y sobre todo- nuestros gustos, nuestra mirada del mundo y la manera cómo nos relacionamos con él.
Claves de la fotografía zen
De esta manera, el mindfulness, la disciplina identificada con la atención o conciencia plena, que consiste en “prestar atención a los pensamientos, las emociones, las sensaciones corporales y al ambiente circundante, sin juzgarlos” resulta una práctica muy adecuada para aplicar a la fotografía.
Estas son las principales claves de la fotografía consciente o zen.
1. Curiosidad. Es enfrentar al mundo con la emoción y pasión de un niño, abiertos al asombro y la exploración; sin que las cosas nos pasen inadvertidas.
La fotografía zen es mirar al mundo con eso (otros) ojos, tanto para descubrir lugares nuevos y personas diferentes como apreciando otra cosas en ellos, observando detalles que antes no vimos y contemplándolas de un modo diferente.
La curiosidad nos ayuda a encontrar nuevos puntos de vista para encuadrar nuestras imágenes, e incluso pensar cuándo es el mejor momento y manera para hacerlo.
2. Intuición. Es tomar fotografías con más corazón y menos razón y técnica. No se trata de romper las reglas ni guías, pero sí de saber cuándo una fotografía puede ser distinta y soltar naturalmente nuestra inventiva y arte para que el contenido sea lo más importante.
3. Buscar la belleza. El fotógrafo consciente busca -y encuentra- la belleza en cualquier parte, en todas las cosas y en todas las personas. Tiene que ver con captar algo interesante en lo que otros ignoran. Y eso es posible cuando se mirá más allá de lo evidente.
4. Atención plena. Vivimos en un mundo en el que todo es exprés y no para. A través de la fotografía zen, podemos dejar de correr y empezar a disfrutar plenamente de lo que estamos haciendo y viendo.
No más fotos en todos lados y en un instante. Hay que detenerse y practicar la “fotografía slow” en la que primero disfrutamos de la presencia y vivencia de las cosas, y después -en el momento adecuado- vivirlo y capturarlo a través de la cámara.
5. Actitud positiva. La actitud positiva y respetuosa ante lo que fotografiamos nos conecta mejor con el entorno y es garantía de la fotografía perfecta.
6. Sencillez y sentido. El encuadre es la elección del fotógrafo de lo que quiere mostrar, y el fotógrafo zen elige y destaca tras haber hecho un ejercicio de reflexión sobre lo que está captando a través de las imágenes y por qué lo está haciendo. Solo así obtiene esa imagen y el detalle que nadie vio a primera vista y entre mil y una distracciones.
7. Empatía y autoconocimiento. Hoy todos somos “cazadores de imágenes” y relacionarnos y compartiendo la experiencia con esos otros fotógafos nos hará mejores.
Y todo empieza en nosotros mismos y nuestra capacidad de aceptarnos y conocernos tal como somos y hacia donde queremos ir, y siempre disfrutando de hacerlo.
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