La exposición “Versalles” de Nahuel Vecino es más que una muestra de arte: es una intervención espacial de un edificio icónico del circuito del arte de la Ciudad de Buenos Aires y una mirada aguda sobre la historia del arte y su relación con el poder.
Con humor ácido, referencias clásicas y escenas contemporáneas, Nahuel Vecino convierte al Museo Nacional de Arte Decorativo en un escenario donde “la pintura se reinventa”.
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En su nueva muestra, Nahuel Vecino transforma el icónico Palacio Errázuriz en un teatro pictórico de cuerpos, símbolos y fantasmas del presente.
Combina tradición y disonancia, belleza e ironía a través de una propuesta visual intensa y provocadora.
Eso es “Versalles”, una muestra individual para la historia de Nahuel Vecino, con guiños a Goya, De Chirico y el realismo socialista, que incluye naturalezas muertas, escenas mitológicas, tradición y fantasía, y personajes urbanos a través de obras tan bellas como crudas, solemnes e hilarantes, crítica y poética.

Esta semana y hasta fines de junio de 2025, Nahuel Vecino (Buenos Aires, 1978) “toma por asalto” las salas del Museo Nacional de Arte Decorativo que resulta intervenido por un cierto “rococó sudamericano”.
El artista —conocido por su trazo singular, su iconografía excéntrica y su visión crítica— convierte las salas del antiguo palacio en una puesta en escena pictórica donde lo clásico y lo contemporáneo se encuentran con humor, violencia y lirismo.
“Se trata de una comedia neurótica pero ligera, para la que consigue afinar referencias en principio inarmónicas como el rubor del rococó y la sorna metalera de Francisco de Goya”, escribe Patricio Orellana, curador de la muestra.


El título “Versalles” evoca tanto el histórico palacio francés de Luis XIV como el barrio del oeste porteño.
Increíble pero… “vecinos”, el mismo nombre une geografías distantes y tiempos aparentemente inconexos, y a la vez remite a otro proyecto del mismo artista: la muestra “Pompeya” de Nahuel Vecino -en 2008- donde el pasado clásico y la periferia urbana se fundían en una misma ficción visual.

“Nahuel triangulaba el desplazamiento de una Pompeya a otra a través del fantasma del realismo socialista y, por ende, de la pintura que se arroga la tarea de representar al pueblo y los desposeídos”, señala Orellana.
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En Versalles, el foco cambia, pero la tensión persiste entre arte y poder -representado por el palacio porteño- persiste.
Como lo sugiere el título -que invoca tanto a un barrio del oeste porteño como al château que fuera residencia de los reyes de Francia- en la obra de Vecino ningún lugar y ningún momento se agotan en sí mismos, y todos contienen la memoria o la semilla de otros tiempos y lugares.
El Palacio Errázuriz intervenido por el arte de Nahuel Vecino

La exposición “Versalles” de Nahuel Vecino en el Museo Nacional de Arte Decorativo -producida por Facundo Garayalde y Micaela Carlino- se organiza en cuatro núcleos atravesados por diferentes lenguajes y técnicas.
Los óleos recientes están instalados en un extraordinario cubo central en el Gran Hall, donde se citan el impresionismo, De Chirico, y Goya.


Este misterioso cubo, emplazado en un plano oblicuo, da la bienvenida al visitante, y su estructura remite al cubo blanco en el que se suele exhibir arte contemporáneo.
La distribución de las pinturas en una de sus paredes evoca los antiguos salones parisinos que constituyen algo así como la prehistoria de las salas de exhibición modernas.
Esta tensión entre lo antiguo y lo actual resuena con una de las estrategias centrales de Nahuel Vecino: hacer dialogar la tradición pictórica con el presente.

Así, el cubo cerrado se convierte en un dispositivo ambiguo, que oscila entre la decoración aristocrática y la aspiración de autonomía del arte moderno.
Hay pasteles saturados en el Comedor del Museo - inspirado en el Salon d’Hercule del Versalles francés- con escenas enigmáticas y referencias al artista de culto argentino Sergio De Loof, un referente clave en los inicios de Nahuel Vecino.
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Una instalación tridimensional modifica la escenografía del jardín de invierno del palacio porteño y en el Salón de Baile, hay dibujos de Vecino montados en diferentes alturas y reflejados por los espejos.
El cubo funciona como doble del que recibe en el Gran Hall, invirtiendo la relación entre el adentro y el afuera.
Así, el conjunto de temples azules -reminiscencias de los azulejos portugueses que Vecino investiga hace años- se exhibe sobre las paredes externas, mientras que el cubo, de un rojo intenso, permanece cerrado e inaccesible.




Y a su alrededor, montadas como si fueran una coreografía, se despliega una veintena de “sanguinas” inspiradas en los Caprichos de Francisco de Goya.
“Hay obras que festejan el mundo y lo desprecian, que le cantan y lo ningunean -apunta Orellana- Trazos que se debaten entre captar el instante y dejarlo ir… y otros que quieren ser vistos como huellas de la diestra mano del artista”.


La muestra se completa con un catálogo-libro que incluye textos de Daniel Santoro, Arturo Carrera, Francisco Garamona y Florencia Abadi, entre otros.


Podés visitar “Versalles” de Nahuel Vecino, hasta fines de junio de 2025, en el Museo Nacional de Arte Decorativo, Av. del Libertador 1902, CABA; de miércoles a domingo, de 13 a 19 horas. Entrada libre y gratuita.
Más información: purodiseno.lat