"Mucho tiempo de trabajo, exploración y sobre todo pasión por el diseño": son los tres requerimientos básicos que se necesitan para diseñar una silla. Lo asegura desde Córdoba la arquitecta Marcela Coppari, quien junto al diseñador industrial Agustín Barrionuevo y a un grupo de profesionales y técnicos forman En Bruto, el estudio interdisciplinario que viene ganando premios por su silla Hache.
Metálica, desarmable y muy sintética, Hache se llevó el Sello del Buen Diseño 2018 y fue finalista en Salao Design 2019, (Brasil). Además forma parte de la Colección Permanente en Fundación IDA. La silla recorrió los medios internacionales más reconocidos.
Hache se organiza con 5 elementos, 3 cuerpos iguales (mallas) que conforman asiento y respaldo, y 2 elementos filares que constituyen sus patas. Las piezas que encastradas entre sí componen el sistema.
Las mallas pueden combinarse de diferentes formas, con distintas orientaciones y colores, permitiendo el intercambio entre sillas.
La exploración continua, la profundización en materiales nobles y el uso de técnicas locales, son parte fundamental de la realidad dinámica que sostiene a En Bruto.
El método de ensamble de Hache se logra a través del encastre con un pequeño tornillo, que constituye la fijación de su estructura. De esta manera, la silla se vuelve compacta para su traslado, en un reducido packaging.
"Pensamos la silla como un sistema de partes que permitan su transformación y juego por parte del usuario, donde se pueden intercambiar las piezas y configurarlas de diferentes maneras", cuenta Barrionuevo
La silla se desarma y compacta para traslados y envíos. "Estas condiciones caracterizan a cada línea de nuestros productos, permitiendo el mayor aprovechamiento espacial en transportes de corta y larga distancia", explica Coppari
La silla se desarrolla completamente con tecnología local. En la exploración se buscó que se pueda producir con materiales y técnicas cercanas. La exploración del material es el punto de partida para el desarrollo de prototipos. La vinculación con tecnologías locales permite la producción en serie.
Que el objeto se adapte a las necesidades del cuerpo es muy importante. Cada prototipo fue pensado en relación a la ergonomía adecuada, con medidas antropométricas y chequeando la funcionalidad en su uso.
El estudio de la morfología parte desde el material y la función; se adapta a estas variables sin perder síntesis.
Así, la dupla investigó tantas alternativas posibles hasta llegar a la concreción de Hache. Y siguen en ese camino, desde que inauguraron el estudio en 2009, en la ciudad de Córdoba.
La exploración con materiales nobles y técnicas diversas y locales es la constante.