Como si fuera un músculo, a la creatividad hay que entrenarla. El coach organizacional Juan Pablo Husni propone algunos ejercicios para pensar de diferentes maneras un mismo asunto.

Generar asociaciones y conceptos nuevos, distintos a los conocidos para producir algo original: de eso hablamos cuando hablamos de creatividad, una capacidad que los emprendedores suelen tener muy desarrollada. Los proyectos propios demandan permanentemente desafíos nuevos. Hay muchas maneras de acrecentarlas, pero estas son tres probadas e infalibles.

Hacete preguntas desafiantes (aunque a priori parezcan delirantes)

¿Qué pasaría sí, por ejemplo, la ropa se podría comer una vez que la terminaste de usar?, ¿Qué pasaría si el matrimonio fuera un acuerdo que habría que validar todos los años?. ¿Qué pasaría si una persona con la mentalidad de Walt Disney ocupase su puesto de trabajo?

La idea es formular preguntas que desafíen nuestro mindset o modelo mental.

El arte de hacer preguntas delirantes estimula la creatividad y abre posibilidades.

En las respuestas delirantes podemos encontrar pistas o llaves que abran nuevas puertas para explorar. La idea es dejar volar la imaginación y ver hacía dónde te lleva en el proceso creativo. ¿Qué preguntas delirantes podes hacerte en relación a tu emprendimiento?

Mezclar dos disciplinas aparentemente inconexas

Esta propuesta invita a explorar la posibilidad de combinar el ámbito de tu emprendimiento con otro que aparentemente nada tiene que ver. Podemos entonces preguntarnos: ¿qué del ámbito de la medicina te puede ayudar con tu proyecto?, ¿qué podés incorporar del reino animal? ¿y de la psicología?.

La idea es juntar dos áreas que parezcan impertinentes. Así surgieron muchos procesos creativos: el chocolate con el juego (los huevos tan famosos) o la barrita de cereal que combina la salud con el tema de la valoración del tiempo (alimentarse saludablemente y rápido, solo por nombrar algunos desarrollos exitosos.

Impulsar las necesidades del usuario

El desafío es motorizar el espíritu creativo desde la perspectiva del cliente.

Seguramente ya tengamos claro con qué necesidades básicas del usuario/consumidor conecta mi producto o servicio, pero podemos corrernos de la zona conocida y empezar a “provocarnos” o “desafiarnos” para fomentar la creatividad.

Por ejemplo, podemos preguntarnos, ¿qué otra necesidad importante del usuario/consumidor podría cubrir mi producto o servicio?

Al reconectar con estas nuevas necesidades podremos explorar creativamente novedosos atributos que podríamos incluir en nuestro servicio o producto para satisfacerla.

Así que adelante y acuerdensé que nadie va hacerlo por nosotros: estimular la creatividad es un esfuerzo que bien vale la pena.