Para Fabian Oefner un objeto cotidiano puede ser el punto de partida de una obra de arte única. Y eso es lo que hace.
¿Cómo? Convirtiéndolas en esculturas segmentadas -distorsionadas- a través de la minuciosa disección de su imagen conocida hasta convertirla en una abstracción, o mejor dicho una revelación de su funcionamiento interno.
Fabian Oefner “corta en rodajas” objetos de la vida diaria, como un par de zapatillas, y luego los vuelve a ensamblar, generando esculturas increíbles.
En su taller en Connecticut, Estados Unidos, Oefner utiliza sobre todo resina para solidificar los artículos que elige: zapatillas, cámaras de fotos o un reloj, entre otros objetos que reduce a piezas individuales que luego vuelven a unirse, pero ya para exhibirse en una nueva e inédita dimensión, interior y exterior.
“Como observador, nunca puedes observar el objeto como un todo y su funcionamiento interno simultáneamente. Cuanto más exactamente vemos una vista, menos claramente vemos la otra”, asegura Oefner cuya nueva serie de esculturas se basa en “el principio de incertidumbre” de Werner Heisenberg.
Es una teoría según la cual no se pueden medir simultáneamente dos parámetros distintos de una misma partícula, sino determinar un parámetro e ignorar el otro (o viceversa).
Nunca se puede saber (y ver) todo a la vez. Al menos que el arte lo intente y consiga por un instante.