La marca sorprende con su línea de “botas monstruosas” hechas con materiales sobrantes de colecciones de marcas de lujo.
Si ves una modelo con ¡patas de monstruo!, de cuatro dedos y colores que remiten a dragones, reptiles y personajes fantásticos… eso es AVAVAV.
Es una firma con sede en Florencia cuya seña particular son las “botas monstruosas” confeccionadas por completo reutilizando restos de las casas de moda de lujo top vecinas al taller de esta peculiar firma de moda italiana,
“La basura de otros… mi propio tesoro”. Esa es la consigna de AVAVAV cuya materia prima de la colección son textiles -algunos de inconfundible procedencia- que las marcas top de una de las capitales de la moda de Italia desechan.
La directora creativa de AVAVAV es Beate Karlsson, quien no duda en dejar en evidencia el origen de recolección de sus materiales como una manera de revelar que, de otra manera, esos materiales serían enviados a la quema y a la producción de más basura.
La marca no tiene un sistema de recolección formal con las marcas y locales de las que toma su descarte -Burberry, Fendi, y Jaquemus, entre otras- sino que va directamente a los contenedores y depósitos en busca de esas telas clave para desarrollar su proyecto de moda experimental y sostenible.
Así, el patchwork es una de las técnicas más utilizadas para la confección de sus botas bestiales de la segunda Colección Monstrous que exhibe combinándolos con vestidos, abrigos, y otros conjuntos de línea netas propios.
“Aproximadamente el 80% de la colección se hace con material muerto y el resto con stock -cuenta la diseñadora detrás de esta firma de culto y símbolo de la moda reciclada- Nuestro objetivo es hacer todas nuestras piezas con tela sobrante, pero no siempre se encuentran buenas opciones recicladas”, concluye Karlsson, una creadora acostumbrada a hacer sus colecciones según lo que encuentra.
“Usar telas de stock de algunas de las marcas más icónicas del mundo puede ser un vehículo eficaz para difundir uno de los temas más urgentes de la industria”, afirma.
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