“Los mejores recuerdos que tengo con la gente que quiero y de mis viajes son en un lugar cenando… Así que me gusta pensar que lo que hacemos es diseñar recuerdos”, nos cuenta Eme Carranza, la creativa detrás de las ambientaciones de Niño Gordo, Boticario, Cochinchina, Fabric Sushi y Tigre Morado, entre otros bares y restaurantes donde que tienen su sello e imágenes para el recuerdo.
Sus espacios tienen la capacidad de transportar a un mundo colmado de detalles para ir descubriendo, en una experiencia cómplice y dinámica con sus visitantes.
Diseñadora gráfica de profesión y directora creativa del estudio que lleva su nombre, Eme asegura que, si bien fue su espíritu curioso y las ganas de hacer lo que le fue marcando el camino, siempre se sintió vinculada con la gastronomía y la coctelería.
Boticario fue su primera creación y también la que le abrió las puertas a una pasión que no conocía. “Me di cuenta que esto me encantaba y también que la gastronomía no estaba explotando una tercera dimensión que uniera la propuesta gastronómica con el espacio. Entonces dijimos acá está faltando esto, hagámoslo”, recuerda.
Así es Cochinchina Bar, el nuevo trabajo de Eme Carranza
¿Cómo funciona el proceso cuando un cliente se contacta?
Lo primero que hacemos es una investigación súper profunda del producto, cliente y lugar. Mandamos un cuestionario con preguntas estandarizadas que filtra información y es con la que después trabajamos como premisas.
También hacemos otro tipo de cuestionario más abstracto con el fin de que el cliente pueda anunciar el proyecto sin todo lo que ya tiene filtrado en la cabeza. Nos ha pasado que nos contactan para buscar el resultado de nuestros locales sin tener un trasfondo claro, y eso no va a funcionar nunca. Lo que hacemos va más allá de una foto en Instagram.
¿Cómo percibís los espacios más allá de su uso?
Tenemos una mirada muy gráfica del espacio y volumen. Cada punto de vista de un local es una pieza gráfica, un póster, una escena. Entonces pienso quién es el protagonista, cuál va a ser el elemento, la primera jerarquía. Nuestros trabajos tienen muchas capas de significación y todas van reforzando siempre ese concepto con el que trabajamos.
¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?
Todo el tiempo busco inspiración en símbolos que estén instaurados en nuestra mente para apelar a la memoria emotiva. Las personas los reconocen y eso genera una empatía.
Cuando hacés algo nuevo y distinto, si no utilizás elementos que la gente pueda identificar, se genera cierta distancia y en un espacio como los restaurantes que tienen que ver con un acto de amor tan grande, tiene que existir algo que la corte.
¿Cuáles fueron tus primeros pasos trabajando en el mundo gastronómico?
Empecé haciendo identidad pero me quedaba corto. Desarrollaba un concepto, después venía otro profesional y hacía algo que no tenía nada que ver.
Ahí empecé a involucrarme en que la marca tiene que exceder el mundo del papel, empezar a meterse en el espacio porque es la tela en la que yo me siento, es el plato en el que estoy comiendo, la música que estoy escuchando, las materialidades que veo. Todo eso es marca. Incluso puede ser una instalación de lámparas, y que la gente recuerde eso.
¿Existe algún patrón que digas esta es mi firma y está presente en todos los locales?
Si, definitivamente. Todos los proyectos tienen una cantidad de capas de significación y áreas por trabajar. Nada se nos puede escapar. Todo lo que sucede en el espacio es una decisión con una intención. Ahí aparece una constante, hacemos un trabajo medio “mamushka”.
También tenemos una huella que está vinculada con los murales y los empapelados. Las intervenciones visuales son un caballito de batalla que siempre usamos.
Otra constante son los baños. Cuando empecé a hacer locales lo primero que dije fue "voy a hacer que ese espacio esté pensado y que tenga una intención", y que ir al baño sea una experiencia en sí misma.
¿Cuál es el desafío de ambientar teniendo en cuenta el contexto pandémico que estamos atravesando?
Creo que hay algo que vino para quedarse y tiene que ver con la gente tomando la calle. Si bien es un golpe muy fuerte para la gastronomía, hace que estos espacios vuelvan a ser recreativos y sociales.
Más bares y restaurantes con el sello creador de Eme Carranza
La vereda antes era algo que dejábamos para el final. Ahora, en cambio, pensamos interior y exterior conviviendo constantemente. Empezar a pensar en locales que tomen la calle como parte de la experiencia está buenísimo.
Texto: Pilar Passamonte. Fotos: Diego García. Eme Carranza agradece a @jessicakessel (zapatos).
Más información: purodiseno.lat