Materiales inesperados que se transforman en prendas y accesorios que son tendencia. Detrás hay investigación y la preocupación por disminuir el daño ambiental.
No hay dudas: la industria de la moda y el diseño avanza a paso rápido en búsqueda de nuevas materias primas, más sustentables y responsables con el medio ambiente. La experimentación con recursos alternativos, que puedan sustituir aquellos que generan un impacto ambiental negativo es el desafío de la nueva generación de diseñadores y empresas. De las emergentes y otras más tradicionales.
Orange Fiber es una empresa italiana que está desarrollando fibras extraídas de la naranja. Su creadora comenzó a experimentar en el laboratorio del Instituto Politécnico de Milán, extrajo celulosa de fruta exprimida y la convirtió en esta fibra textil. Marcas súper reconocidas como Salvatore Ferragamo se lanzaron a incluir en sus colecciones esta tela muy suave, que además es muy beneficiosa para el organismo: la fibra libera vitamina C. A partir de nanotecnología se logró encapsular los aceites esenciales de los cítricos y fijarlos en su interior. Además, el material reduce las emisiones de carbono y el impacto mediambiental.
Además de los cítricos, las hojas de ananá tienen potencial. A partir de ellas se puede elaborar un tipo de tejido natural que tiene una apariencia similar al cuero. Lo viene desarrollando la empresa española Piñatex y gana seguidores en todo el mundo de la moda, pero también en la industria de la tapiceria y en mercado de los accesorios.
Puma, Camper y algunos diseñadores como Laura Strambi y Campino ya la están probando vestidos, bolsos y zapatillas.
Lo descubrió Carmen Hijosa durante una estadia en Filpinas, inspirada en los vestidos que se bordan en esa región en la que el cuero se volvió un material muy escaso y caro. Además, encontró que el proceso de producción es áltamente contaminante. Los desechos de Piñatex pueden generar una biomasa, reutilizable como fertilizante. También se están haciendo experimentaciones con cáscaras de banana. Todas ppciones para reemplazar el algodón o el bambú.
A partir a través de la fermentación (de una mezcla de levadura, azúcar de maíz y agua) Bolt Threads creó una seda que tiene alta resistencia a la tracción, elasticidad, durabilidad y suavidad. Y hay más: la empresa AlgiKnit desarrolló un hilo biológico muy resistente con el alginato algas marinas Kelp, que crecen hasta 10 veces más rápido que el bambú y se pueden cultivar en granjas acuáticas.
En Argentina, no faltan pruebas que llegan a buen puerto. El diseñador Silvio Tinello es un referente mundial de la biofabricación. Sus carteras y otros objetos generan admiración internacional y están hechos a partir del cultivo de bacterias con yerba mate, mate cocido o cualquier otra infusión; y las raíces de hongos con palos de yerba mate.
Desde el programa Atando Cabos, en Patagonia, se desarrollan productos a partir del material de descarte de la industria pesquera. De esta manera la piel curtida de esos peces que quedan en las redes de los pescadores y suelen ser tirados en las costa, vuelve al proceso productivo. La carne puede ser colágeno para la industria cosmética. Es un cuero algo más fino que el de vaca, pero tiene resistencia a la tracción, es flexible y maneable. Además, proyectos como estos dinamizan las economías regionales , generan trabajo colaborativo y aprendizajes transversables.