Desde Misiones, la diseñadora Erica Vega propone una colección creada a partir de jeans en desuso que la gente le dona. Una manera disminuir el impacto ambiental y ahorrar agua. Su marcá IMIX estuvo en la feria, en el espacio de cápsulas
Conciente de que la industria de la moda es una de las que más contamina, la diseñadora misionera Erica Vega, aportó una solución cercana. Desde hace un año recicla jeans gastados o en desuso y los transforma en distintas prendas cancharas y originales. "¿Quién no tiene un pantalón que no usa guardado en su placard que no usa hace años?", se pregunta Vega. Esta es una manera de darle una segunda vida.
El reciclado tiene un doble valor. "Para la elaboración de cada jean se gastan entre 5 mil y 10 mil litros de agua, porque el proceso de creación empieza con el cultivo del algodón y sigue con el teñido o el desgaste, por ejemplo", analiza la diseñadora.
Su colección "Reciclar o morir" se integró a las colecciones Cápsula en la reciente edición de PuroDiseño, que esta vez se desarrolló bajo el lema #Pensareldiseño.
En su espacio, muy cerca del escenario donde se sucedieron charlas sobre la urgencia de la sustentabilidad, un canasto invitaba a seguir agregando jeans viejos o gastados. Muchos visitantes aprovecharon la ocasión de la feria para traer el suyo.
"La gente jóven se engancha con la propuesta porque ya tienen el chip de la importancia cuidado del planeta. De hecho nos agradecen porque se dan cuenta de que sino hacemos algo esto puede colapsar. Y como diseñadores está bueno tomar conciencia y tratar de volver todo el proceso más sostenible", reflexiona Vega con el entusiasmo de quien defiende una causa en la que cree y enseguida agrega un dato clave sobre la logística que implementó para esta colección.
"Por cada pantalón que deja, el cliente se lleva un voucher para comprar alguna prenda nueva", dice y muestra los vestidos o polleras de denim. El sacón de jean, cuya fabricación llevan un promedio de seis pantalones, fue uno de los más elogiados durante uno de los desfile.
De esta manera la ganancia se multiplica: los pantalones alargan su vida útil y la huella que daña el planeta disminuye.