Más de 300 ilustraciones, muchas inéditas, forman parte de la exhibición “Uderzo like a magic potion” (Uderzo, como una poción mágica) en el Maillol Museum, en Paris.
La muestra llega cuando pasó poco más de un año del fallecimiento de Alberto Uderzo -en marzo de 2020- a los 92 años. Y su legado está bien guardado y hoy exhibido por su hija, Sylvie, en una gran retrospectiva.
Además de los dibujos, hay planchas, tapas históricas de ediciones, documentos y objetos del archivo personal de su creador y que forman parte del fascinante universo de Astérix recreado en el museo parisino que habitualmente exhibe muestras de artes plásticas clásicas.
La exhibición está organizada por Artcurial Culture, perteneciente a la casa de subastas francesa Artcurial.
Recorre la historia de Uderzo, desde que “nació con dos dedos suplementarios”, tal como expresa su hija Sylvie sobre su papá, que era daltónico y estaba convencido de su potencial. “Soy como el Disney de la rue de Montreuil”, decía el artista en referencia a la calle en el barrio popular de París en el que vivía.
Uderzo empezó su carrera a los 13 años, en La Société Parisienne d’Édition, que publicaba revistas, y a los 18 años, publicó su primera historieta: Flamberge et Clopinard.
Apenas comenzaron los añós ´50 conoció René Goscinny, su socio de la dupla creadora de Astérix, que nació al final de esa misma década.
Astérix y su amigo Obélix debutaron en la revista Pilote, y la primera historieta de Astérix, el galo fue en 1961, con una tirada de 6.000 ejemplares. Tres ediciones después, el libro Nº4 de Asteríx vendió 50.000 ejemplares en Francia, y nació el fenómeno.
“Uderzo merece con justicia un lugar entre quienes dotaron de imágenes al siglo”, asegura Hubert Le Gall, escenógrafo de la muestra en París. “Nuestro objetivo es que el público observe cómo fue construida cada pieza y su potencia, con la mirada diferente que provoca el llevarlo del kiosco al museo”.
Sylvie y la viuda del artista, Ada Uderzo, comparten por primera vez los cuadernos del colegio del dibujante con origen en una familia de inmigrantes italianos -obreros y artesanos, sin relación con el arte- que huyeron de la Italia fascista en la década de 1920.
“Quería que expusieran estos cuadernos porque se ve su trabajo desde pequeño. El don ya estaba ahí”, contó su hija.
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