En Tinta Kids el usuario es el rey. El Tatetí, por ejemplo, ocupa el menor lugar posible: se guarda en un frasco que tiene la medida perfecta para trasladar en cualquier bolso, cartera o mochila. El títere Tigre, se muestra de un lado despierto y del otro dormido. Además, cada diseño forma parte de un universo de cuatro personajes que arman historias y confieren identidad al proyecto.
El tigre, el mapache, el oso, y el zorro integran el elenco estable, seguidos por una ardilla y un puercospín. Así son las cosas para esta marca creada por dos amigas madres (Bárbara Solnicki, que estudió publicidad y siempre estuvo en el área de comunicación de grandes empresas y Bárbara Perelman, diseñadora textil) que notaban que no encontraban lo que necesitaban en el mercado: productos que resuelvan pero con diseños muy cancheros. Bajo esa premisa se unieron para proponer gimnasios para bebés, lonas, baberos, títeres y otros juegos.
Como suele suceder, lo que empezó como un hobbie terminó en un proyecto incipiente. Es que los modelos que diseñaban las hermanas Florencia y Agustina Di Risio gustaron tanto en las pequeñas ferias en las que se presentaban que el asunto pasó a ser algo serio. The Stampa (ya como marca) explotó y no hubo opción. La propuesta se amplió de aquella iniciática: hay contenedores de lona y astas de cuero, geniales para guardar ropa o juguetes; además de manteles y otros objetos de deco súper funcionales que se consiguen por internet por mayor y menor.
Florencia (licenciada en administración) abandonó la relación de dependencia (de 15 años en una empresa) para dedicarse cien por cien al proyecto. Las ilustraciones de conejos, osos o ardillas (por nombrar algunas) son obra de Agustina, licenciada en diseño textil e indumentaria, y de las estampas (no tóxicas y libres de ftalato) se encargan ellas mismas en su taller. Y su mamá Ana María Carpio también se sumó: se encarga de la logística y la propuesta de packaging. Así las tres están en sintonía con el proceso creativo que tanto disfrutan.
Para el fotógrafo Leandro Piñeiro, potenciar la fantasía y el misterio es clave para lograr que los chicos (y grandes) se vuelvan locos con sus modelos de juguetes para armar y desarmar. La primera colección incluye 16 modelos, más un transformer gigante fabricados en MDF de 18 mm de manera artesanal.
Porque la impronta de su creador está en cada parte del proceso de producción: los dibuja, los corta y al final los pinta con colores muy vivos con acrílico no tóxico. Cada uno tiene su personalidad, viene armado y trae algunos agujeros liberados, de manera que lo que parecía una cosa termina siendo otra. Además de la impronta de su autor, que está en todo el proceso de producción: los dibuja, los corta y los pinta con acrílico no tóxico y colores vivos. Particularidades que los vuelve atractivos para los chicos, pero también para grandes.Como bromea su autor: la propuesta es“para niños y niñas de 2 a 100 años”
La diseñadora Macarena Chane imagina destinos para que los chicos jueguen y los plasma en lonas gigantes que se transforman en emocionantes escenarios lúdicos en el que los chicos exploran distintos espacios sin moverse del living de su casa. Pueden irse un rato otro lugar: a una granja, un bosque, una ciudad, una playa. Al aeropuerto o a una casa de muñecas.
Esa es la esencia de Moment & Co, un proyectó que empezó a cobrar forma una tarde miraba cómo su sobrina se desparramaba en el suelo del living con muñequitos y autitos. La imagen despertó la idea. Investigó diferentes materiales y decidió que la lona plastificada era el indicado: es liviana, no absorbe nada si hay derrames, se limpia fácilmente con un trapito, se enrolla, es fácil de guardar y se puede apoyar sobre cualquier superficie. Se pueden trasladar a la arena o al pasto para un día al aire libre distinto. Y a cada una de las opciones las prueba con sus sobrinos, analizando que estén acorde a la edad y a los desafíos que los motiva. Lo interesante, además de que el juego nunca está armado del todo y los chicos lo usan a su modo (casi siempre generando situaciones muy graciosas e inesperadas) “dejan las pantallas por un rato largo”. Misión cumplida.