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Las 5 claves de la neuroarquitectura

Se trata de una modalidad de diseño de viviendas que apunta a crear y decorar espacios que transmitan emociones. Mirá sus principales ideas.

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Puro Diseño

Incentivar el bienestar, la felicidad y la productividad son los pilares de esta tendencia que se nutre de la neurociencia y aplica sus herramientas a la construcción de una vivienda, desde su arquitectura a su interiorismo y decoración.

La neuroarquitectura trabaja con la influencia psicoemocional que los lugares ejercen e influyen sobre las personas.

Su objetivo: crear espacios más placenteros -hogares, empresas, establecimientos educativos- que incentiven el bienestar, la felicidad y la productividad.

Para eso, apuntan a los colores, la luminosidad, los muebles y objetos, sus materiales y distribución, como elementos que con un innegable poder de injerencia sobre la manera de vivir, trabajar, estudiar, descansar y sentir de sus habitantes.

1. El poder de los colores

Nuestro entorno influye en cómo descansamos, producimos y nos sentimos -explica María del Mar Danuzzo, encargada de arquitectura comercial en Familia Bercomat- Los colores y los tipos de materiales ejercen una gran influencia”, afirma.

Entre sus ejemplos indica que un ambiente totalmente blanco “genera ansiedad”, los colores pastel “comunican calma” y las tonalidades vibrantes “invitan al movimiento".

También se sabe que el color azul y algunos verdes pueden ayudar en las tareas que requieren creatividad. Y con esos datos se trabaja con perspectiva de neuroarquitectura.

La forma en que se utilice el color puede llegar alterar completamente la apariencia del espacio, y simultáneamente influir en el estado de ánimo y la creatividad de las personas.

“A la hora de diseñar tenemos que tener bien planificadas las funciones de cada espacio. Por ejemplo, la cocina es un lugar de encuentro, por lo que todas esas funciones ´piden´ determinadas terminaciones o colores, que no son las mismas que una habitación”, explica Danuzzo.

2. Neuroarquitectura en la casa, en el trabajo y en la escuela

Utilizar neuroarquitectura en los colegios, por ejemplo, también podría impactar positivamente en el rendimiento de los alumnos en su proceso de aprendizaje.

En el mismo sentido, hacerlo en espacios de trabajo podría mejorar significativamente la creatividad y productividad de los empleados.

Y en otros lugares donde el bienestar es clave, como en salas de espera o habitaciones de hospitales y centros médicos, trabajar de acuerdo al paradigma de la neuroarquitectura podría tener una influencia directa en la salud o en la recuperación de los pacientes.

3. Los espacios verdes hacen bien

Los espacios verdes son centrales para cualquier ser humano, y la  neuroarquitectura lo sabe. Y tiene su explicación: “La sensación de estar encerrados genera estrés y disminuye la productividad. En cambio, la luz natural aumenta la concentración y favorece la calma. Por eso las vistas al exterior de los edificios mejoran el estado de ánimo de quienes habitan esos espacios”, afirma la especialista.

4. La iluminación, clave en la neuroarquitectura

Y ligado a esto surge la  iluminación como otro elemento clave para influir positivamente en el estado de ánimo de los usuarios de un espacio.

La luz natural ayuda a la concentración y genera un ambiente más amable que la luz artificial, que obliga al cerebro a esforzarse más en la tarea a realizar, algo que incide negativamente en la productividad. Además, la iluminación natural acerca a los individuos con el espacio exterior.

5. El poder de los objetos, los muebles y la decoración según la neuroarquitectura

Muebles y objetos también tienen un rol clave en la búsqueda del lugar (casi) perfecto. Dato: donde hay muchas superficies duras, se produce un eco de las ondas sonoras y esto causa estrés. Las formas redondeadas, en cambio, resultan más acogedoras, mientras que las formas más agudas, nos ponen en alerta.

Fuente y fotos: gentileza Familia Bercomat.

Más información: purodiseno.lat