En el paisaje del diseño contemporáneo, el nombre del libanés emerge como un emblema de innovación. La emoción y la narrativa se entrelazan con la funcionalidad, la exploración artística y la tradición artesanal en los proyectos del creativo nacido en Beirut en los años 80.
“Mi diseño se basa en sentimientos, historias, descubrimientos y emociones”, afirmó Carlo Massoud, invitado y disertante en el DArA iD, “IX Encuentro Internacional de Interiorismo y Diseño”.
Esta perspectiva lo ha llevado a concebir obras donde cada elemento tiene un propósito narrativo. El contexto histórico y social de Beirut también ha moldeado su enfoque resiliente y experimental.
El diseñador habla del constante estado de crisis en su ciudad: “Desde que nací hemos tenido tres guerras, una explosión, el COVID... En momentos así, intentaá encontrar otra manera de crear.”
Esta actitud de innovación en la adversidad se refleja en su capacidad de transformar limitaciones en oportunidades creativas. Además, la riqueza multicultural de su ciudad -donde confluyen influencias griegas, árabes, francesas y romanas- impregnaron su su estética, haciendo de su obra una síntesis de Occidente y Oriente.
El proceso creativo de Massoud comienza siempre con una chispa emocional, un catalizador que puede surgir de algo tan trivial como un artículo de diario, un paseo por el bosque o un encuentro casual.
“Depende de la historia. Puede ser un material que veo y descubro, o incluso una relación con alguien. Todo puede inspirarme”, advierte el diseñador libanés, y agrega que espontaneidad es clave en su trabajo. “Mi mente siempre está trabajando, siempre observando, todo el tiempo.”
Uno de sus proyectos más icónicos es “Arab Dolls” (“Muñecas Árabes”), inspirado en la observación de cómo las mujeres en el Medio Oriente llevan el velo en distintas formas.
Este proyecto nació como una respuesta cultural y crítica a la controversia desde Europa sobre el uso del hijab, y lo describió como “una declaración sobre la mujer en el mundo árabe... una forma de valorarla más en nuestra cultura”.
La exploración de distintos materiales es otro pilar de su práctica. Massoud y su hermana, Mary-Lynn, con quien colaboró estrechamente durante el confinamiento por la pandemia, desarrollaron una colección de muebles de concreto en la que manipularon técnicas de producción para crear texturas y formas inesperadas.
“Queríamos trabajar con algo colorido en concreto, así que fuimos a una fábrica y descubrimos cómo cambiar el proceso de producción para obtener un acabado orgánico,” relata. Este método experimental, basado en ensayo y error, da lugar a piezas únicas con un carácter táctil.
Mientras que Massoud tiende hacia lo técnico, su hermana, ceramista, aporta una sensibilidad orgánica y voluminosa. Juntos, han creado piezas donde lo técnico y lo artístico se fusionan, como las lámparas de concreto en formas que evocan hongos shiitake: “Ella crea modelos en arcilla y luego los llevamos a un técnico que los corta con precisión... mezclamos nuestros mundos y funciona”.
La relación de Massoud con los artesanos libaneses es fundamental para su obra. Ellos no solo ejecutan las ideas sino que forman parte integral del proceso creativo que, confiesa, no estuvo exento de bloqueos creativos a lo largo de su carrera.
Massoud reveló que tiene un método simple para contrarrestarlos: “Desconectar y viajar… Sumergirse en un entorno nuevo, lejos de las familiaridades de Beirut, te ayuda a absorber todo lo que le rodea”. Se trata de una filosofía creativa basada en la curiosidad y el asombro.
A lo largo de los años, Massoud ha desafiado las convenciones, creando un cuerpo de trabajo que es a la vez poético y profundamente arraigado en su realidad sociocultural. Desde muebles experimentales hasta instalaciones que cuestionan normas sociales, su obra nos invita a repensar cómo el diseño puede ser tanto un refugio como una provocación, un espejo de las luchas y la belleza de la vida contemporánea.
Texto: Mariana Soulages.