El colchón de pedacitos de plásticos de colores que cubren el piso como si fueran cristales; las botellas en una especie de pecera vidriada: el espacio que armó el creador de Bond Eyewear, Malcolm Rendle, convenció al jurado y le valió el premio a mejor stand, un reconocimiento a este proyecto sustentable que no pasó desapercibido en la feria. Su dueño, agradecido y feliz nos contó la historia de este proyecto en crecimiento.
¿Pagó con plástico?. Sí. La última campaña de Bond Eyewear llama a que sus clientes puedan llevar sus plásticos domiciliaros (limpios y compactados) para que sea pesado en su store de Palermo. Por cada kilo de plástico, suman un 2% de descuento, acumulable en el tiempo (y que además puede transferirse a otra persona) para comprar un par de gafas de la marca.
La inicitiva, claro, es acorde al espíritu de Bond Eyewer: la firma que fabrica lentes a partir de botellas juntadas en el Río de La Plata. Lo importante para ellos es generar conciencia y estrechar lazos entre los clientes y las problemáticas ambientales es la premisa. De hecho Bond significa “vínculo”.
A Malcolm Rendle, especialista en marketing y fundador de la marca, las problemáticas ambientales lo desvelan desde siempre. Pero fue hace un año, cuando pudo, a través de este proyecto, hacer algo al respecto.
“Hay muchísimas cosas que pueden hacerse con materiales recuperados o reciclados y, de a poco, empieza a verse un cambio de paradigma. Las personas están más conscientes sobre el cuidado del medio ambiente y de que no tenemos Planeta B”, comparte.
En este caso se trata de “un proceso circular sin desperdicios”. “Con una botella, hacemos un par de lentes”. El excedente queda en la planta de reciclaje para ser entregado a otras industrias. Aunque también está pensando en desarrollar nuevos productos con ese material que acopia en cada jornada colectiva de recolección. Cada cleans up suele duran cuatro o cinco horas y participan los vecinos de la zona. En breve, a partir de un acuerdo, con el municipio de San Isidro, van a estar en octubre por los pagos del norte.
Juntan todo tipo de plásticos, aunque su materia prima es el PET, proveniente de las botellas. Lo recolectado va a la planta de acopio (GEA) donde se separa por tipo de material y en el caso de las botellas, por tipo de color (cristal, celeste y verde). Una vez separado, se compacta en forma de fardos para facilitar su manipulación. Así es enviado a la planta de reciclaje Reciclar SA donde es triturado, lavado y convertido en pellets que utilizan para la inyección de los marcos y patillas.
Pero el proceso no termina acá. “Cuando nuestros clientes compran unas gafas les decimos que el día que quieran cambiarlas, las traigan a nuestro local.
De esta forma, el plástico de las gafas vuelve a ser reciclado y ellos obtienen un 30% en su próxima compra”.
Por eso tampoco tienen colecciones: algunos modelos se agregan y otros salen. “Al ser un proceso circular sin desperdicios, las que veamos que no tengan mucha rotación, volverán a reciclarse para ser convertidas en nuevos modelos”. Dejando en claro que no hacen fast fashion. Lo suyo es moda sustentable.