Sus espacios en el ámbito público, en interiorisimo y en tiendas comerciales llaman la atención por la elección de tonalidades y manera de usar y combinar.
Cuando la arquitectura y el diseño eligen el color como una de sus señas particulares, el foco de atracción se dispara y empieza el debate sobre los pros y contras del uso (¿y abuso?) del color.
En esta nota, cuatro nombres que apuestan al cromatismo como seña particular y herramienta clave de sus proyectos.
Yinka Ilori es un artista y diseñador multidisciplinario cuyo audaz lenguaje visual se basa en su herencia británico-nigeriana para transmitir nuevas narrativas a través del diseño contemporáneo.
Color y geometría. Es su fórmula, son sus formas -cuadrado, rectángulo, triángulo- y todo en tonalidades vibrantes -verde, amarillo, naranja, morado, rosa y rojo- que intervienen cada espacio concebido por el artista con raíces anglonigerianas. Así, Yinka Ilori toca una multitud de temas que resuenan con una audiencia global.
Inspirado en los textiles artesanales que lo rodearon durante su infancia, Yinka Ilori también adopta colores secundarios para idear y confeccionar sus objetos de diseño, desde interiorismo a gran escala como en mobiliario y objetos de decoración.
Su diseño es bidimensional y sus juegos de colores y formas remiten a cierta psicodelia pop con impronta étnica convertida en experiencia inmersiva en Cannes 2019, cuando presentó “Playland” en una colaboración con Pinterest. A Ilori le encanta invitar al público a involucrarse y participar en su trabajo y su entorno.
Su trabajo se basa en la creencia de que el arte y el diseño deben ser accesibles para todos. Con humor, provocación y diversión, sus proyectos demuestran cómo el diseño puede unir comunidades y tener un impacto positivo en la sociedad, evocando una sensación de alegría y optimismo.
El estudio ahora consta de un equipo de arquitectos y diseñadores obsesionados con el color, con la experiencia y la capacidad para asumir proyectos arquitectónicos y de diseño de interiores a gran escala. El estudio continúa experimentando con la relación entre función y forma, con una producción que se encuentra entre las divisiones tradicionales de arte y diseño.
Heredera de la fascinación cromática de Mondrian y de los estilos pop años 80 y pop art y el muralismo, Camille Walala apuesta a las mil y una combinación de pocos colores, a los dibujos geométricos y a las ilusiones ópticas.
Nacida y con sede en Francia, Walala define su propio estilo como “tribal pop”, y rinde culto al universo infantil y al estilo libre inspirado en la alteración de escalas y la combinación de diferentes patrones, como rayas, puntos y cuadrículas, como si se tratara de la obra de un niño.
No por casualidad, la artista que brilló a través de un castillo inflable en el London Design Festival, tamibén colaboró en la construcción de una casa colaboración con Lego.
No temerás a la saturación. Manifiesto, mantra y mandamiento de este estudio fundado por Javier Jiménez Iniesta, que adoptó los colores primarios como lengua madre, y los combina con tonalidades pastel, entre otras.
Su manera de usar el color -siempre protagonistas de sus proyectos- lleva a otro nivel las superficies que intervienen y modifican, transformando los espacios en instalaciones tridimensionales.
Nacida y criada en Holloway, Londres, es una artista del color que usa y explota para construir su mundo feliz, que brilla en tonos neón. “Uso tonalidades fluorescentes porque me encanta su energía, su poder y cómo afectan a la vista”, dice.
Escuelas y hospitales, centros culturales y comerciales… Todo lo que Morag pinta lo transforma creando espacios como experiencias atractivas para todos.
Su mantra es: “Haz feliz a los que están cerca y los que están lejos vendrán”.
Y agrega: “Para mí es muy importante que lo que hago tenga una narrativa subyacente, no consiste solo en hacer un pattern bonito -asegura Morag Myerscough- Necesito conectar cabeza y corazón con mi obra. A veces se trata de mensajes muy directos, otras veces son pequeñas chispas que despiertan el pensamiento”.
Para ella, el color es un ingrediente complejo del arte y el diseño y “hay que usarlo con respeto y entendimiento, no como un añadido”, advierte.
En muchas ocasiones trabajaa con organizaciones comunitarias para desarrollar ideas que reflejen la identidad de los usuarios, basándose en la historia cultural compartida y el patrimonio del área local.
Fuente: ROOM diseño.
Más información: purodiseno.lat