Pasaron dos décadas de la original intervención ideada por el artista Marino Santa María que cambió para siempre la imagen de una calle en Barracas que se convirtió en una atracción de la ciudad.
No hace falta un localizador ni GPS para saber que estamos en el Pasaje Lanín, la calle de la Ciudad de Buenos Aires en la que se intervinieron artísticamente el frente de cuarenta viviendas.
En el barrio de Barracas, la obra a cielo abierto iniciada por el artista Marino Santa María -declarada en 2013 “Sitio de Interés Cultural y Turístico” por La Legislatura de la ciudad de Buenos Aires- cumplió esta semana 21 años.
El Pasaje Lanín es un auténtico hito en el paisaje urbano y un símbolo de la identidad cultural de la capital de Argentina.
El trabajo de Marino Santa María en la intervención de 40 fachadas a lo largo de tres cuadras del barrio de Barracas.
Y a lo largo de todas las fachadas se expresa una síntesis entre dos pasiones del artista. Por un lado la pintura, que lo ha acompañado desde siempre, y por otro, las intervenciones públicas que caracterizan su producción de la última década.
Marino Santa María tiene este tipo de obras no sólo en la ciudad de Buenos Aires sino también en varias localidades del interior del país, y siempre ha desarrollado su creatividad con el objetivo de alejarla de los ámbitos cerrados y excluyentes y “derramarla en la calle” -literalmente- promoviendo acciones comunitarias.
Con su obra e iniciativa, los espacios intervenidos por Marino Santa María “se han convertido en enclaves cívicos donde los ciudadanos, uniéndose para alcanzar mejores estándares de vida, imperceptiblemente han asumido compromisos estéticos, que impregnan también a quienes recorren estos lugares”, expresa el comunicado que celebra los 21 años del Pasaje Lanín.
La intervención urbana del Pasaje Lanín se realizó sobre 40 frentes de las casas de la calle Lanín, desde la Av. Suárez hasta la calle Brandsen.
Es una obra realizada en tres partes por el artista. El proyecto Pasaje Lanín comenzó en 1998, con fotomontajes realizados con fragmentos de sus obras de caballete, aplicados a fotografías de las casas en su estado original.
En esta primera etapa, con la participación de 20 ayudantes, Marino Santa María pintó los frentes con los diseños elegidos, y se inauguró el 19 de abril de 2001.
En 2002 Marino Santa María obtuvo el Premio a las Artes Visuales a la Producción de Arte Público por Calle Lanín, otorgado por la Asociación Argentina de Críticos de Arte.
Una segunda etapa comenzó en 2005, con la incorporación de mosaico veneciano y azulejo partido con la técnica del trencadís catalán. Y en 2012 continuó aplicando mosaico y azulejo a la totalidad de los frentes con la innovación de incorporar relieves con los mismos materiales.
La obra de Marino cuenta con el apoyo del Programa de Weber Saint-Gobain que desde el 2005 ha concretado más de 15.000m2 de murales en todo el país. “Subrayamos esta visión de un artista que sin dudas transforma cotidianamente la calidad de vida de la gente. Esta comprensión del espacio público nos permitió entablar acciones con artistas de la calidad y calidez de Marino, proponiendo juntos mejorar el espacio de tránsito cotidiano de nuestras ciudades”, asegura Silvia Palmieri, Jefa de Comunicaciones y Marca de Weber y Megaflex Argentina.
Marino Santa María propone en las fachadas de las casas del Pasaje Lanín hitos significativos de nuestra identidad cultural. Entre otros, los conventillos de La Boca, el arte de Benito Quinquela Martín -precursor del arte público-, la música de Buenos Aires y su principal intérprete, Carlos Gardel, y la memoria de quienes desaparecieron luchando por sus ideales y de las Madres de Plaza de Mayo.
“Mi primera intervención con mosaico fue en mi “lugar en el mundo”: la Calle Lanín, en la que viví durante mi infancia, en esa etapa en que cada momento es un juego, un descubrimiento del mundo -comenta Marino- Crecí entre los cuadros y las cerámicas de mi padre, y allí realicé mi primera obra de arte público que fue una rayuela, mientras la música de los trenes me acompañaba”.
Y sigue contando: “El mosaico es una técnica que me relaciona de otro modo con la arquitectura, llegando a transformarse en un envoltorio de cada fachada sobre la que la aplico. Pero entre la obra y la arquitectura está el individuo, quien habita el lugar, no es un mero observador sino un actor que la vive, la recorre, la envuelve y forma parte activa de la obra. Intervenir un espacio urbano es reflexionar sobre la ciudad, es una búsqueda identitaria, es reflexión sobre la calidad de vida, sobre el ámbito de encuentro de los ciudadanos”.
El artista nació en Buenos Aires, Argentina, en 1949. Egresó de las escuelas de Arte “Manuel Belgrano” y “Prilidiano Pueyrredón”. Fue Rector de la Escuela Nacional de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón” (1992 a 1998); durante su gestión participó de la creación del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA). Declarado Personalidad destacada de la Cultura, por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en 2011. Actualmente se desempeña como Artista Plástico.
Y sobre su transformación de la ciudad a través de sus intervenciones urbanas dice: “Hay un arte que es el efímero que es de provocar una acción que evidentemente va a transformar a quien lo vive en ese momento. Y la otra forma es arte consolidado en donde además de lo anterior, hay una función urbanística, porque estás modificando el paisaje. en este caso tenés que pensar en las luminarias y las veredas, todo eso se fue dando en el tiempo en el Pasaje Lanín. Evidentemente modifica la calidad de vida del lugar”.
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