Micaela Losada descubrió en el fieltrado una forma de expresión auténtica, una vía de exploración inagotable y un lenguaje que hizo propio. Una libertad que le apasiona y le permite dar forma a todo lo que imagina.
En sus manos surgen abrigadas macetas, flores de distintos tamaños y colores; fanales, jarrones y otros objetos que combinan funcionalidad, diseño y calidez. Accesorios de moda y prendas diferentes.
También están piezas de deco como las mini casitas y los arbolitos de navidad que participaron de nuestra producción de Navidad (seguinos en IG)
Mi proceso de diseño suele ser bastante caótico y desordenado porque la mayoría de las veces estoy trabajando en varias ideas a la vez.
Diseñar implica sumergirme en ese mundo caótico lleno de cuadernos con garabatos, de papelitos sueltos con esquemas, medidas o palabras ayuda memoria (que muchas veces olvido lo que significan), mezclados con pedazos de fibras, lanas, telas o hilachas. La ventaja de lo caótico es que, muchas veces, cuando las ideas se mezclan aparecen soluciones que de otra manera no encontraría.
Académicamente me formé en la Facultad de Arquitectura y Diseño de Mar del Plata y en la Escuela de Arte Rogelio Yrurtia. Pero en lo que respecta al fieltro mi formación es mayormente autodidacta, resultado del ensayo de prueba y error; también de haber cursadoalgunos seminarios intensivos con distintas artistas especialistas en este área.
Llegué al fieltrado, después de experimentar y de apasionarme con muchas disciplinas y materialidades: pintura, grabado, arcilla, vidrio, papel y algunas otras.
Es muy inspirador para mí estar en contacto con la naturaleza. Siempre me ayuda a resetear, y a empezar de nuevo con las ideas más claras.
Mi taller es un espacio que en otro momento fue la fábrica de mi papá. Está en la parte más alta de un edificio, es súper amplio, ideal para recibir a mis alumnas en mis talleres y que puedan trabajar cómodas; ideal para acobachar materiales que otros desechan sabiendo que voy a encontrarles uso; perfecto para escuchar música sabiendo que no molestás a nadie. Y además, tengo lugar en la terraza para las plantas. La luz y los atardeceres que se ven desde ahí son increíbles.
El espacio de enseñanza es clave: busco diseñar continuamente nuevas propuestas educativas para transmitir el lenguaje de las fibras. Hay una especie de mala prensa respecto del fieltro que estoy empeñada en revertir.
El fieltro muchas veces se subestima como un arte menor, más relacionado a las manualidades rápidas. Y ese concepto es erróneo. Cuando lana se compacta mal o se hace un uso equivocado de la técnica se terminan creando objetos que tienen poca duración. Pero tiene que ver con eso y no con la técnica en sí.
El fieltrado consiste en la reacción natural que logramos en las fibras proteicas cuando las sometemos a la humedad, la fricción, la presión y el calor. De este modo propiciamos que se entrelazen y se contraigan. Mi materia prima son las fibras y se llama fieltro al resultado que logramos luego de trabajar con ellas
No podría hacer otra cosas. Como siempre me gusta pensar: creo en la energía que provoca trabajar con estas fibras, en el ritmo que marcan los tiempos de su proceso.