Para disfrutar esta experiencia acústica hay que acercarse y dejarse llevar por los sonidos envolventes que van abriendo campos de sentidos diferentes . El diseñador industrial alemán Henry Baumann transformó 12 tambores de madera (de los que suelen usarse para transportar cables eléctricos) en instalaciones escultóricas novedosas.
Estos grandes espirales con forma de cuerno componen la última obra de este artista que expuso en todo el mundo, especialmente en su país, pero también en Austria y en Italia.
Las estructuras se pueden mover de un lugar a otro a partir de los soportes de tubos de acero y pequeñas escaleras que llevan en las puntas. En total, son 36 los tubos de latón que le confieren mayor solidez a la escultura.
Su obra inicia un recorrido acústico de lo más creativo para todos lo que se sumergen dentro. Está pensada para ser descubierta con el cuerpo pero principalmente con el oído. Así como a las instalaciones de Santiago Viale hay que sentarse a escuchar https://www.purodiseno.lat/a-escala/el-artista-que-le-pone-movimiento-y-sonido-a-la-poetica-natural/
Baumann trabajó con material de descarte y logró estos objetos de gran escala que invitan a los usuarios a sentarse, acostarse pero también a hablar y a escucharse. De esta manera, las esculturas estimulan a las personas a ponerse en contacto entre sí.
La idea del artista es conseguir ampliar las posibilidades discursivas y los diferentes niveles de significado a través de la estimulación auditiva. También propulsar a que los visitantes, si saben escuchar con cuidado, se diviertan o movilicen sentimientos. Sin pensar en un camino de descubrimiento posible, lo que Baumann intente es que emerjan los sentidos particulares.
Sólo basta con que alguien se acerque a la entrada del arco y susurre algo al oído de quién está del otro lado para que el sonido se amplifique. También es posible jugar con el eco y la distorsión. Poner música es otra opción. Algunas de las alternativas posibles para disfrutar la obra.